Señales de vida, por Alejandra Jalof

Sol Storni testimonia que toda obra es un viaje donde no hay tiempo para el desconsuelo, sino insistencia y desafío.

En un mundo donde todo se mira sin cesar, sin querer y sin amar, Sol insiste con su pócima para atravesar los espejos, y nos dice que para ver el universo solo un ojo bastaría.

Recorremos las cartografías del cuerpo, sus marcas de agua, sus rastros de fuego; tierras ancestrales donde reencontramos las huellas olvidadas que nos hacen quienes somos.

La mancha ahora bosteza su grito inaudible, el ojo se cierra: mancha y cuerpo descansaran de su errar solo un momento para retornar a sus caminos inciertos, reencontrar sus señales de vida y cruzarse nuevamente en danza perpetua.